Para ser sustentables, urge reducción de financiamiento a partidos políticos.

Enfrentamos una crisis ambiental, económica y de valores. Superarla depende de que todos y cada uno de nosotros cambiemos de actitud y empecemos a cooperar como un equipo movido por la cordialidad.

            Es necesario volver al equilibrio que para subsistir, una especie debe guardar con su entorno. Pero más allá de la sustentabilidad ambiental, la organización social debe también ser sostenible. Por esta razón un esquema de impuestos que asfixia a los más necesitados, mientras que reparte una importante suma de la recaudación a partidos políticos y legisladores se encuentra muy lejos de atender las necesidades del pueblo. No se trata de mantener un poder basado en pactos turbios y demostraciones de fuerza, sino de proponer con argumentos que tomen en cuenta a las mayorías.

            En 2009, los partidos políticos recibieron más de 3,600 millones de pesos en efectivo, más el equivalente a otros 5,000 millones de pesos en espacios de radio y televisión. El año que viene, pretenden recibir 3,000 mil millones de pesos aunque no sea año electoral. Y aunque lo fuera.

            ¿De qué nos sirve que se destinen esas sumas a campañas políticas poco eficientes, que no estimulan la participación ciudadana ni toman en cuenta la realidad nacional; que son demasiado costosas y que generan basura y contaminación? Es un esquema que hace mucho tiempo dejó de ser sustentable. ¿Es que acaso el poder y la democracia se construyen con dinero? Más bien parece que a falta de argumentos, nuestra democracia se pervierte al hacerse cada vez más costosa y produciendo representantes que no nos representan.

            En nuestra Constitución, los partidos políticos son la única entidad que mantiene el presupuesto “blindado”. Pueden sufrir recortes los servicios de salud o de educación; no importa cuáles problemas afecten al país. Los partidos políticos mantienen el presupuesto y los privilegios a toda costa. En la ley que ellos mismos han aprobado, ellos tienen permiso de usar los recursos públicos sin estar obligados a rendir cuentas.

            El “blindaje” no es sustentable porque genera injusticia y desigualdad social. Para evitar esto, exigimos ajustar el artículo 41 constitucional, de tal forma que el financiamiento se calcule multiplicando el número total de votos válidos emitidos para un partido o coalición en la elección inmediata anterior, en lugar del “número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral”, como actualmente dice el texto. Este ajuste reduciría 57% el presupuesto que reciben y condiciona la cifra al desempeño electoral de los partidos.

            Haz tuya esta campaña y ayúdanos a transformar la administración pública. Seremos una sociedad sustentable cuando nuestros políticos se vean obligados a transformar la realidad nacional para desarrollar propuestas que nos convenzan en lugar de recurrir a métodos costosos y contaminantes para comprar votos.

            Usa tu creatividad. Desarrolla argumentos, firma, activa tu edificio, tu calle, tu colonia, tu centro de trabajo, tu universidad…comprométete con el cambio. Copia esta nota y distribúyela en FaceBook, Twitter, medios convencionales de comunicación, blog, cartel, comunicado o como tu imaginación lo determine para que seamos sustentables a partir de velar por el bien común.

Inteligencia de enjambre

El enjambre es un conjunto de “agentes” capaces de comunicarse directa o indirectamente a través de actos. Esas acciones dejan evidencia en el entorno y van conformando el nido que comparten como enjambre.

El enjambre se une bajo un objetivo. Una meta, que representa la solución a un problema que atañe a todos.

El comportamiento del individuo se rige por una norma simple: que sea comprensible para todos y que forme parte de su naturaleza. No está obligado a hacer nada que vaya en contra de sus principios. Existe una ética común y participar no demanda hacer un esfuerzo superior al que el agente puede realizar.

El enjambre logra resultados asombrosos. Es un comportamiento global complejo que logra conquistar lo imposible.

En el enjambre, la clave de la interacción es la comunicación. Cuando las termitas, por ejemplo, construyen un nuevo nido, existe una etapa de exploración en la que cada individuo va dejando una bolita de tierra mascada sobre los montículos elevados que vaya descubriendo. El enjambre va detrás de la evidencia. Encontrar una de esas bolitas es una luz verde, un banderazo de salida que desencadena un nuevo patrón de conducta. Entonces, todos aportan. Van colocando su propia bolita de tierra sobre la bolita inicial, hasta formar una columna. Y al alcanzar ésta una altura determinada, vuelve a desplegarse una nueva conducta: el enjambre comienza a unir las columnas entre sí a través de arcos.

El enjambre sabe que el individuo está expuesto y no quiere ser presa fácil. El enjambre se protege en equipo para no extinguirse en catástrofes naturales.

El enjambre sabe que el individuo está condenado a vagar en soledad y que son muy pocas las pelotitas de tierra que puede mascar por sí solo.

El enjambre supera lo que limita al individuo.

El enjambre existe, porque todos los individuos se benefician en la asociación. Sirve al bien común. El trabajo participativo, no egocéntrico, desinteresado y sin metas personales, es la motivación que impulsa al resto de los agentes. El enjambre busca la fuerza de la unión.

La mula no era arisca

La desconfianza se ha infiltrado hasta la médula de la sabiduría popular.
Es de sabios ya no creer a ciegas. Es de sabios cansarse y decir: hasta aquí.
Pintar con una raya los límites de la propia ingenuidad.

Ya no queremos ser tontos.
Perdimos la inocencia en el 68.
Nos vieron todas las caras López Portillo y de la Madrid.
Ya no le creemos a nadie después del 94.
Ya no creemos en nada después del 2000.

Difícil creer cuando la conducta es dictada por el tranzar para avanzar.
La palabra se infiltra hasta lo cotidiano para establecer la forma de relación.
La desigualdad separa: por un lado los privilegiados, por otro los desfavorecidos por el sistema. Sin excusas: es puro ego quedarnos callados cuando esa desigualdad favorece. Pero nos toleramos.

Vivimos en una guerra fría. Para modificar la relación que tenemos con el Estado, necesitamos tu voz. Necesitamos que empiece a reestablecerse la confianza.

derecho consuetudinario

La redacción de leyes lleva un formato que en México hacemos especialmente complicado y lleno de agujeros para poder hacer trampas.

Hay que recordar que la aplicación de la ley en Estados Unidos —por ejemplo— es mucho más flexible. Es decir, la ley da parámetros de juicio y después deja a juicio de los ciudadanos cada caso en específico.

Siguiendo el ejemplo del manual de manejo en EU, la ley dice que "una persona que maneja sin consideración para con los demás no sabe socializar...es un sociópata" (no lo dice así tal cual; pero estoy sintetizando la idea). Esto se traduce en que si a mí me ponen una multa por manejar de forma que pone en peligro a los demás, quedo registrada en el sistema como un sociópata. Y puede que eso no me afecte directamente en ese instante. Pero si en un futuro llego a tener un problema mayor con la ley, se informará al jurado (integrado por ciudadanos comunes y corrientes) este rasgo de mi personalidad. El trabajo del fiscal consiste en hacer un desarrollo filosófico que haga pensar a la comunidad acerca de las consecuencias que se derivan de mi mala conducta y ese jurado decidirá si la sociedad puede lidiar con alguien como yo o si hay que castigar esa conducta específica.

Espero estarme explicando.

Lo que quiero decir es que el derecho consuetudinario, tal como yo he visto que lo aplican en USA, sólo indica lineamientos generales. La sociedad es responsable de ella misma. Es una relación diferente la que tienen ellos entre los ciudadanos y las autoridades. El modelo es flexible. Y ellos invierten en el desarrollo de expresiones artísticas que inviten a la reflexión, compartan el derecho a la educación también a través de sus medios masivos y después motiven o desmotiven las conductas, según los ideales y valores perseguidos por la sociedad.

Es esto a lo que yo me refiero cuando menciono que es momento de que todos empecemos a cambiar y por lo que no creo en una reforma que vaya siguiendo la misma tendencia de hacer ley que tenemos hasta el día de hoy.

Yo soy propulsora de una revisión de esa relación social y de que aprendamos a relacionarnos de forma diferente. Esto será posibe cuando hayamos logrado sanar a nivel individual de las profundas heridas psicológicas que nos ha dejado la esquizofrenia judeo-cristiana occidental y el mestizaje.

México Mágico

Decidí no pertenecer más a una raza.
Por eso inventé la etnia de mi nombre.
De todas formas no podemos más que inventarnos.
Reconstruirnos con la palabra.
La historia personal cambia
cada vez que se narra se ajusta
a las palabras elegidas según la ocasión.
Y la historia de los Otros,
esos personajes condenados al segundo plano
en nuestra subjetiva revisión del recuerdo,
se estira y se encoge al encajar
a trompicones
en el inestable devenir del relato.
Ni siquiera el pasado es seguro.

Quise llamarme México porque suena a guerrero.
Suena a tambores y a color Rojo Sangre
en un rojo punto en el espacio que sólo se ve por las noches.
Llamándome México me siento libre.

Nombrar es un intento vano de definir a las cosas.
Es pretender detener el movimiento
en un afán de controlar el mundo.
Llamarme México también impone límites.
Mas por fortuna en mi parcela
existe un terreno fértil, exótico,
pura selva virgen,
metafísico agujero negro
donde me crece la imaginación.

Llamarme México me hace mágico.
Porque mi verbo es mexica
tengo permiso de hacer
lo que no podría hacer si me llamara Perfecto o Juan Camaney.

Encontré mi nombre
al explorar la sombra de mis odios.
Jugando a la guerra, me encontré.
Fui caballero y espada.
Fui caballero y jaguar.
Me hice águila.
Me hice serpiente.
Me espiné las patas y me devoré.
Me siento tan México que puedo ser mágico.

Squizo

No hay forma de engañar. La palabra se vuelve contra el hablador. Le revienta las mentiras en la cara.

Quien miente se condena a sí mismo; fragmenta la visión del todo en demente percepción de esquizofrenia.

Reprimir es mentir.

Justificar es mentir.

Callar es mentir.

Ocultar es mentir.

Mentir es un esfuerzo de vano de acomodar a conveniencia propia la realidad compartida.

Quien miente no se ama.

Quien miente no domina; es dominado por su ego.

Quien miente, miente porque no se conoce a sí mismo. No se acepta.

Quien miente es incapaz de verse. No sabe sus talentos. No tiene valor para explorar.

Quien miente, miente porque no se valora.

Quien miente no se conoce a sí mismo. No se ama. Y es incapaz de amar.

Para ser verdad hay que mirarse al espejo.

Recorrer palmo a la palmo la propia deformidad.

Hay que reconocer el ego en los espectros que nos deambulan por el alma.

Renunciar a los moldes que nos encarcelan, mientras sonreímos con los dientes torcidos de dolor.

Para ser verdad hay que hacer las paces con los muertos.

México no es un lugar geográfico.

Eres Tú. Y soy yo.

México necesita que alces la voz.

Que hables verdad.

Que te empieces a amar.

Zeitgeist

Para quienes todavía no conozcan el "proyecto Venus", se trata de una propuesta de construir un futuro más armonioso para toda la humanidad. El brazo activista de este movimiento es http://www.thezeitgeistmovement.com/

El web-site viene en varios idiomas y existen muchos videos en www.youtube.com que presentan la ideología de este movimiento. Lo publico aquí porque me parece un forma excelente de dar forma a las propuestas y espero que a tí también te inspire a la hora de visualizar la realidad en la que te gustaría vivir.

Todos participamos en la construcción de la realidad y es labor de todos creer el espacio común que compartimos y en el que nos relacionamos.

Te invito a que hables. Alza la voz.